martes, 26 de abril de 2016

De nuevo el espanto

Tras el estreno de la sexta temporada de Juego de Tronos, y aún aturdidos por el impacto de la sorpresa, me propongo firmemente no hacer ningún spoiler ni herir sensibilidad alguna, ya son muchos los que se dedican a ello, de una manera desfasada, ¡hasta la prensa seria! Fíjese usted.

Sea como fuere, los serieadictos estamos de enhorabuena, porque así como el que no quiere la cosa, se estrena la tercera temporada de "Penny dreadful", sin estridencias ni olas de fans agolpándose a sus puertas, por eso la sorpresa es si cabe más agradable, al encontrártela así, de sopetón.

Me encanta esta serie, más allá de que la trama pueda parecer un poco simple, con sus monstruos salidos de las novelas de a un penique de la época victoriana, la profundidad emocional y humana que por momentos alcanza es encomiable. Y es que, además de reproducir de una manera gloriosa aquella época única de la Inglaterra de finales del Siglo XIX, lo que siempre plantea es la eterna lucha entre el bien y el mal, novelada, sí, como uno considera se han de presentar las cosas, logrando dar unas pinceladas al asunto muy interesantes. Refleja la soledad, el miedo, el sentirse maldito, y alejado de un mundo material e insensible, el ansia de sentirse humano, de ser para siempre joven, o, al fin y al cabo, lo que representa su protagonista, la extraordinaria Eva Green, la imposibilidad de alcanzar la felicidad, la lucha entre ser una persona excepcional o una normal.

En muchos capítulos se plantea ese dilema, serías feliz si te conformases con ser convencional, pero en el fondo no quieres, y por eso sufres, das rienda suelta a esa personalidad única que te aleja de los demás. Todo ello demonios, brujas, hombres lobo, y tentaciones diabólicas aparte.

Esta nueva temporada tiene un enfoque completamente distinto, con las historias de cada personaje principal divididas entre varios continentes y la aparición de un malvado que evidentemente no podía faltar, con reminiscencias góticas de otras películas, por cierto.

Me encantan ciertos personajes como el de Ferdinand Lyle, el egiptólogo, y sobre todo el éxito de conseguir sumergirte en la atmósfera de aquel Londres nebuloso y fantástico.

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