viernes, 29 de abril de 2016

La insoportable levedad del Ser

Tenía una profesora en el Colegio, una religiosa, que a pesar de sus votos solía vestir de una manera atrevida, hasta el punto de arreglarse para llevar chupas de cuero, algo que a todas luces puede parecer improcedente, mas era sin duda hija del Concilio, y de los tiempos de cambio instaurados por Pablo Sexto, el mismo que dijera que el humo de Satanás había entrado en la Iglesia, solía citar a Marx, y a pesar de que sus queridos alumnos la apodaban "La Nazi", en mi humilde opinión, lo suyo tiraba más hacia los bigotes de Stalin.

No me dejaba tener las manos metidas en el cajón, ya que decía que podía estar jugando a las canicas, y entre citas de Calderón de la Barca y de Milan Kundera, se dedicaba a loar las bondades de la intelectualidad, fieles a los dictámenes de su Politburó particular, solían ser proclives al elitismo, los Salesianos, ya soplaran los vientos de José Antonio o de Pier Paolo Pasolini.

Da igual lo que hagan o lo que digan, al final siempre triunfa Giulio Andreotti.

Comenzábamos la semana con un fiel discípulo patrio, Miguel Ángel Rodríguez, y su panegírico hacia las hembras jóvenes, y es que hay cosas que nunca cambiarán, continuamos el trascurso, el largo camino, con la detención y prisión sin fianza de Torbe, que aprovecha para proclamar que ha encontrado la paz después de follarse a 3.000 mujeres, para acabar en este feliz viernes con la noticia del vecino de Hortaleza que siguiendo los consejos de los dos anteriores prebostes abusa de su suegra de 101 años.

Al final, la vida es siempre un salto al vacío, es tan fácil como creer o no creer, y ya que de certezas andamos escasos, y seguir respirando por la herida no tiene sentido, lo mejor es aferrarse a algo a lo que uno le encuentre el sentido, para no acabar como los tres más arriba mencionados.

Quizás para eso haya que valer, no lo sé, y pasarlas putas una temporada, en verdad que no lo sé, pero merece la pena abismarse para, al menos, encontrar dentro de uno, algo que merezca la pena.

Decía Don Giulio Andreotti, otra vez, que el poder desgasta, sobre todo para el que no lo tiene, mas la vida no se merece tales miserias. "La verdadera bondad del hombre sólo puede manifestarse con absoluta limpieza y libertad en relación con quien no representa fuerza alguna."

Nadie tiene la varita mágica de nada, quizás al final sólo existan los buenos y los malos, sin saber por qué. Al menos,

Sería conveniente tener alguna certeza que nos permita navegar, para no vivir toda la vida agarrados, cuando no encadenados, al palo mayor,

"Cuando los grandes de este mundo te empiezan a querer, es porque quieren convertirte en carne de cañón."

Desde el primero hasta el último, merece guardar en los ojos esa pequeña luz titilante en la que se guarda y se contiene, después de escaparse todos los males, la Esperanza.






No hay comentarios:

Publicar un comentario