sábado, 7 de mayo de 2016

Jon Nieve vive

La historia se las trae, pero es que tiene que ser así.

Cuando George R.R, Martin estuvo en Avilés, vino a comer un cordero a la estaca, en una sidrería muy cerca de aquí, yo ya sabía que iba a montar una movida así. Nunca lo he contado, pero estuve hablando con él, le enseñé la única novela que he publicado, y él, que es un tío muy campechano, me animó a seguir escribiendo.

Me decía que en Minnesota los inviernos suelen ser duros, pero que no le da como a otros, como Stephen King, de coger una caravana y largarse al bosque, y una vez allí ponerse a trabajar con las paranoias.

Yo soy más de Kansas City le dije, y de los pueblos perdidos en la inmensidad del Medio Oeste.

Tampoco os lo he contado nunca, pero una vez, un chico americano nos llevó a su casa y nos puso una peli de Wyatt Earp, "para que tengáis un recuerdo del Oeste Americano".

Yo ya les digo que lo mío es más tradicional, y que llevo un poquito el Parnaso tatuado en los epitelios. Hice un Erasmus en Reims, la ciudad donde coronaban a los antiguos reyes de Francia, pero que lo hice sin querer, y muy cerca de allí está Charleville.

En Charleville vino al mundo Rimbaud. Sí. Vino al mundo cuando acababa de nacer. Y aunque yo no lo sabía, me insuflaron ese espíritu, me lo fueron soplando día a día, como el que te cuenta una confesión al oído.

Y luego, en París, al pasear con la única compañía de las palabras, me di cuenta que las aguas del Sena bajaban llenas de esperanza.

Soy y vivo en una época, en un mundo y en una realidad que ya no existe, me imagino un mundo de colores, y un montón de chicas guapas que en el pelo llevan flores.

En la inmensidad de la capital de España, bajando por la Gran Vía, fue cuando, paso a paso, sin que nadie lo oyera, me dijeron, en el dialecto que sólo entienden las farolas, que no iba a ahogar mi voz en el vacío inerte.

A lo largo del camino.

Mi modernismo está cargado de palabras, Es una amnesia maldita que juega con la sinestesia, es un astro pequeño que se pierde en la inmensidad de la galaxia, es un juego antiguo, es un poeta parnasianista que va con los bolsillos raídos en la mitad del invierno.

Y entre sueños, complicidades y versos que no riman, acaba proclamando lo que lleva en sus adentros.

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