viernes, 20 de mayo de 2016

Lo que no se puede decir...

Había una vieja canción.

Y no me voy a decir aquí cómo la cantaban, más que como abogado, sino como poeta, estoy completamente dispuesto a decir la verdad, no por el lucimiento personal, sino por la absoluta necesidad de dar voces a los que no la tienen.

En las críticas, las viejas recriminaciones ya sean marxistas o burguesas se suele aludir la misma cosa.

Las voces de nuestra sociedad, de nuestra supuesta sociedad, se van perdiendo en los ecos de hace 2.000 años, y es que lo que no acaba de comprender la gente, las personas, es que tan solo, la humildad, el respeto, la consideración y la caridad nos podrán salvar del abismo que la ausencia de nuestra alma nos puede deparar.

Como abogado del turno de oficio, que no es poca cosa, en Oviedo, o en Avilés, o en Cangas de Onís, que fue también capital de España, que está tan cerca de donde la Virgen María bendijo a este país, los ves traer engrilletaos, como si fuesen perros, escoltados, como si fueran terroristas de Al- Qaeda, con sus chalecos antibalas su pistola y sus pinganillos.

Mira, yo tengo la obligación moral de reírme de vosotros.

Sea o no sea capaz de lograr publicar una gran novela.

Mi deber íntimo es recordar a Don Miguel, porque si bien es cierto en un primer momento se adhirió, luego se retractó.

Porque no nos gusta, como nos enseñó nuestro Rector, el Rector de España, Miguel de Unamuno, no no nos gusta ni la chulería ni el machismo, pero por encima de todo no nos gusta el mal olor.

A mí me gusta la poesía,

y el aire libre.

Como decía José Antonio "Las derechas, sí, invocan a la Patria, invocan a las tradiciones; pero son insolidarias con el hambre del pueblo, insolidarias con la tristeza de esos campesinos que aquí, en 
Andalucía, y en Extremadura y en León, siguen viviendo como se vivía hace 500 años, siguen viviendo como desde la creación del mundo viven algunas bestias. Y esto no puede ser así".

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