sábado, 9 de julio de 2016

LOS POETAS MALDITOS

Como un libertino pobre que besa y come el pecho torturado de una antigua ramera, robamos al pasar un placer clandestino que exprimimos con fuerza cual a vieja naranja...


De las vidas que van al mar, de los ríos que conducen a la muerte, de la luz del sol que marchita lentamente la piel, haciendo surcos en la carne, arando cicatrices va la vieja y blanca calavera arrostrando todo a su paso, anegando los campos, marchando al ritmo que marcan sus tambores de hiel.

En las polvorientas llanuras de América, en las inmensas planicies que desafían al cielo con sus tormentas, se encontraban las viejas palabras escondidas, allá en la guarida del lobo, entre los huevos de las serpientes de cascabel.

Resuena el maligno sonajero, una y otra vez, al compás que marcan los tamborileros del esqueleto, al unísono con las flautas de los granaderos del Rey Jorge, atronando, retumbando contra los muros de Kansas City. Y vienen los cuatro jinetes, la Peste, la Guerra, el Hambre y la Muerte, para acabar por derrumbar las murallas de la civilización.

Es tan bella la ruina, tan profunda...


Y en el cieno chapoteamos, embadurnados de barro, que se adhiere a las pestañas y a las uñas de las manos, tratando de pintar de negro el corazón.

Respiramos por los poros, palpitando a cada minuto... Escribir en España no es llorar, es beber, es beber la rabia del que no se resigna a morir en las esquinas, es beber y maldecir, blasfemar contra España, contra este país sin dioses pero con estatuas de dioses...

El Hada Verde, con su sonajero de cascabel, pinta de rojo tus venas, del color del vino, busca tu perdición, te empuja a la soledad, al hastío y a la desolación, para en ese frío yermo poder arrebatarte el alma.

Antiguos y crueles desiertos recorren a lo largo del tiempo los poetas malditos, para encontrar el significado de las palabras en los cubiles de las serpientes de cascabel.

En los bolsillos de la chalina, tan solo dos monedas, para pagar al barquero...

Yo soy como ese rey de aquel país lluvioso,rico, pero impotente, joven, aunque achacoso, que, despreciando halagos de sus cien concejales, con sus perros se aburre y demás animales.
Nada puede alegrarle, ni cazar, ni su halcón, ni su pueblo muriéndose enfrente del balcón.
La grotesca balada del bufón favorito no distrae la frente de este enfermo maldito;
en cripta se convierte su lecho blasonado,y las damas, que a cada príncipe hallan de agrado,
no saben ya encontrar qué vestido indiscreto logrará una sonrisa del joven esqueleto.
el sabio que le acuña el oro no ha podido extirpar de su ser el humor corrompido,
y en los baños de sangre que hacían los Romanos, que a menudo recuerdan los viejos soberanos,
reavivar tal cadáver él tampoco ha sabido pues tiene en vez de sangre, verde agua del Olvido.


A través de los páramos del tiempo, va el tejedor de palabras, el urdidor de sueños, entregando la vida mientras el veneno de la serpiente fluye bajo su piel, marchitando su rostro, carcomiendo su carne, alimentando a la víbora con su miel...

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