sábado, 19 de noviembre de 2016

Ultraísmo

Si las palabras,
los sonidos
que emite nuestro corazón,
se pudiesen materializar,
y lográsemos
que en vez de perderse
se convirtiesen en mariposas,

y pudiese,
de nuevo,
repetir
las horas de angustia,

Cuando recorría
tus calles en la desvencijada bicicleta,
y esas nubes,
la niebla,

Y nuestra Virgen,
mi mamá se llama María,
en cada esquina de Italia,

En cualquier margen de España.

En las catedrales de Francia,

En los acantilados de Inglaterra,

En el uniforme de un soldado de Alemania.

Y van,
pues,
los guiños de las golondrinas
aleteando,
y graznando,
mientras las plumas pintan
de verde el día,
Sí,
Esperanza,
luz y dulzura,
¿te acuerdas?
Verde que te quiero verde.

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