sábado, 21 de enero de 2017

Abogados de Silveira

Cuando voy fumando,
fumando por la calle,
por las calles de Avilés,
esta ciudad tan poética,
se me cae la ceniza
por encima,
no es el frío,
son las risas de los niños.

Que bajan jugando en patinete
camino de la estación.

Camino a una vida,
a un mundo
que va tratar de robarles la mirada,

El egoísmo,
y su hija legítima,
la mentira,
tratarán,
levantarán su ofensiva,
lanzando flechas a su pequeño corazón.

En la Caja de Pandora,
aún quedan toneladas de Esperanza,
y así,
los poetas,
los abogados de la Silveira,
los Letrados de los que nada tienen,
ni esperan,
pueden seguir
caminando,
en este frío Norte,
de esta España,
de estas tierras que baña el mar.

Para seguir tus huellas,
las palabras de bienaventuranza,
para que la ceniza que cae sobre mi bufanda,
se transforme en purpurina dorada,
que irradie la luz
que nos aleja de la venganza.


jueves, 19 de enero de 2017

CON LA MUERTE EN LOS TALONES

Trae el viento malas noticias,
la gente,
por la calle discute,
y tratan de violar a las novicias...

En los Pueblos Profundos de la España Eterna,
vuelven a sonar las campanas,
para estampar las tormentas.

Estampar...
Espantar,
rima en consonante.

Suena igual.

Y en tu corazón,
resuena,
si pudiese,
de la misma manera.

Tu silencio,
retumbando sigue ahogando nuestra voz.

En el vacío inerte.

A pesar de todo,
resbalando,
reptando,
luchando,
contra el frío que congela las manos.

Aún así.

Siento las uñas al final de los dedos,
y el frío,
el frío.

En los bolsillos rotos.

¿Por qué será que aún así puedo sonreír?
¿Cuál?
¿Cuál será la Recompensa?

viernes, 13 de enero de 2017

Infinito

Ahora, pasados los años, pasado el tiempo,
me viene a la mente aquella mañana
en Venecia,
cuando la vida empezaba,
y las suelas de las botas empezaban a desgastarse,
y la Policía,
la Policía,
me miraba por primera vez a los ojos,
a las orillas de la Laguna,
allá en donde se diluye tu amor,
y la nostalgia,
al compás del latido de mi corazón.
el Humo,
el humo,
va haciendo volutas por los aires,
resoplando por los caminos que llevan al mar.
La estela de las olas,
del bramido de las marsopas,
haciéndose eco del pestañeo de tus ojos,
allá en el Polo Sur,
donde tu calor se abre paso deshaciendo los glaciares,
allá,
donde habita y se muere el olvido,
va tu eterna mirada
conquistando
las más lejanas y frías latitudes polares.
¿Por qué?
Dicen algunos.
Porque eres inexorable,
respondo yo,
Por más que quieran,
Por mucho que lo intenten,
se rasguen las vestiduras
y se abran las venas,
nada pueden
frente a tu amor eterno.
Incapaces,
impotentes,
ven recorrer,
pasar la vida,
a ti,
Mujer,
con la capa dorada,
y los labios de rojo pintados,
desfila tu majestad,
delineando el infinito,
que en Venecia,
pintaron tus dulces ojos de verde,
para volver a recordar
lo que todavía no está escrito.